jueves, 26 de julio de 2012

Vivir en el interior


Hoy hojeé las noticias.

Una vez más, ocurrió algo relevante en el mundo,
de lo cual no me enteré
-una vez más-
 Y en una charla, algún ser que se apiada de mi, me dice: “Ah! Porque vos no tenés tele”.
Esa es la cuestión.
Hace cuatro años y medio que no tengo ni miro en dirección a esa cuadratura perfecta
(excepto-excepto en su conexión al reproductor de películas)

Por ende, hay toda una enormidad de información que no recibo.
1: no mirar la tele.
2: No comer carne roja.
Ambas dos elecciones de lo más personales, pero que no van bien en el deber-ser-buen-Argentino…!
(El que quiera puede imaginarse lo dificultoso que es para alguien como mi Sr. marido quien no sólo comparte estas dos elecciones, sino que además se va al infierno de los Argentinos, espetando libremente: a mi no me gusta el fútbol…)
Hay gente, mucha- y no doy nombres porque estas comidillas siempre son más jugosas face-to-face, con algún matecito, vino o café que regule las risotadas- que realmente no entiende el sentido de nuestras existencias…!
Volviendo a mi: (porque tiendo a dejarme de lado seguido, sin darme cuenta)
No mirar la tele y no comer carne roja, es una dupla que una vez más me deja en el lugar de minoría que convoca cierta risa socarrona de gente que no entiende (Oh, por nuestro Sr. Jesucristo…no lo entiende!) cómo es que eso es posible.
Las hipótesis son buenísimas, y ninguna, desde ya, tiene desperdicio.
-“Se hacen los intelectuales”
-“Están en pose”
-“¡Son raros…!”
Juicios haaaarmosamente morales que habilitan a presupuestos tales como
En algo andarán…
o al siguiente interrogante:
“¿Y qué hacen si no miran la tele!?”
 Pregunta que da lugar al chiste fácil, ya que acá, en Argentina, hay un chistecito que asocia directamente que si una pareja tiene muchos hijos es porque no tiene tele.
Deduzcan por qué…
Me encanta e interesa esa asociación! En principio porque parecería ser o la televisión o la sexualidad!
Pero además,
Pienso,
Qué increíble curiosidad genera siempre el mundo interno, el pedacito ese de detrás de puerta de cada uno, o de la pareja o familia, que nadie más conoce, y que sólo deja lugar a presuposiciones, enigmas o elucubraciones.
Por algo el porno existe desde que el mundo es mundo, y programas formato big-brother funcionan como funcionan. ..
El poder ver no lo que el otro muestra, sino lo que no quiere mostrar… por lo que fuere
Tal vez porque es algo vergonzoso, a veces que ni uno mismo querría ver; o tal vez porque es un tesoro demasiado hermoso para andar compartiéndolo con cualquiera.
Los lados de adentro son Increíbles.
El saquito que uso de entrecasa las mañanas de invierno, la ropa con la que duermo, el cajón de las cosas importantes, las palabras de amor, el cuartito de cachivaches, las confidencias de hermana, los secretos familiares, los borradores de todo lo no publicado, las fotos fallidas.
La con-vivencia.
Mi mundo interior está lleno de vivencias hermosas, con gusto a bombón más rico de la caja...
El otro día hablaba con una persona que es oriunda del interior de la Argentina, y recordando nuestras infancias, juegos y programas de televisión  de entonces, dijo lo siguiente:
“No, ese programa no lo veía. Vos pensá que al interior no llegaba cualquier cosa, y que llegaba con un delay importante…”.
Yo nunca viví en ese interior, pero si en el mío, y acuerdo enormemente:
Al interior no llega cualquier cosa… sólo lo importante.
En su tiempo, lo importante nos llega
Con sabor al bombón más rico.



Foto por Nicolás Reffray

lunes, 23 de julio de 2012

Morisquetas, lenguas y gerundios...


Estoy coqueteando con lenguas extranjeras.

Trato de aprender otra forma de aprehender lo que inevitablemente se va a escapar. 
Como intentar atrapar mariposas…!

Como correr por un campo inmensa-
mente verde, encontrando un mundo enorme a ser 
descu-
bierto, 
a ser 
nombrado 
cada vez.

Aprender una lengua extranjera, empezar-a-blar...
Hallazgos inconmensurables en cada adjetivación, proposición o construcción verbal.

Tesoro-de-los-significantes...
A las letras me remito:

Hay más de un idioma donde los verbos ser y estar, son nombrados por una sola palabra.

Eso que tal vez constituye una obviedad de lo más obvia, me viene dando vueltas en mi desteñida cabecita hace unos meses...

¿Cómo dos algos tan distintos quedan subsumidos bajo la misma rúbrica?

¿Es lo mismo el absolutismo del ser que lo pasajero del estar?
No me parece… Sin embargo, he aquí una posible salida al atolladero en formato de conjugaciones:

Estar siendo y ser estando.

(“Primero fue el verbo” dice la biblia, no?) 

El acto, la posibilidad de encuentro entre ese ser y ese estar 

Un acto que nada tiene que ver con la dramatización del actuar.

Ni con esa afición loca de encontrar una palabra que nos nombre.

Yo-no-quiero-uno-de-esos-seres-que-nos-aloje-y-nos-aleje-de-la-libertad-de-estar-cómodos-haciendo-malabares-morisquetas-y-fiesta-con-lo-que-no-entra-bajo-ninguna-etiqueta…

Yo, en lo personal, varío y desvarío.

No quiero ser sólo una palabra, un estado de facebook, un Ideal ni un lugar común.

No quiero cargar con un exprimidor de símbolos, de esos que definen lo que somos, y nos exprimen hasta quedarnos sin resto.

No quiero olvidarme de mi. Quiero estar. Quiero recordarme cada vez que digo, que nombro, que elijo…

...Quiero Ser el proceso y el mero fluir...

Pienso que tal vez se trata de correrse de los establecidos y recorrerse, de animarse a ser, a saber de uno, a conocer su lengua, a no dormirse...

Hay días para quedarse despiertos y alcanzar la luna
Y decirla con todas las lenguas posibles...
Y acercarla un poco más en cada intento...