viernes, 3 de agosto de 2012

Al este y al oeste, llueve lloverá...!


Ayer me-em-pa-pé!

Y desde ya que no llevaba mi 
paraguas 
ni mis 
botas 
pluviales, que constituyen ambas dos 
esa amalgama perfecta de gotas de lluvia y lunares...

Pelito impecablemente peinado, que caía en mechones sobre la frente, acorde a la catarata de agua que lo iba moldeando.
Sin llevar demasiado abrigo por haberme confiado en la maldita humedad. (En la cual, queridos amigos les digo, nunca hay que confiar).

La humedad. Mala gente. Dicen de ella que mata, bueno, pues parece que también engaña.

En fin, situación ideal para recorrer la city porteña, especialemente Almagro- que por mi podrían cambiarle el nombre de ahora en más a olita-de-vereda-a-vereda-

En días así, una solamente puede resignarse a ser carne de automovilistas -que habrá que ver si es mera ceguera, placer o saña oculta, o tal vez simplemente nos empapen como una especie de ovación formando una ola a nuestro paso...-

No hay derecho, che. Ni por la coquetería femenina, ni por el puto-tapadito-blanco-que-por-qué-carajo-se-me-ocurrió-que-iba-a-andar-bien-ayer!

Escribo y cuestiono lo antedicho: ¿Por qué sólo podemos resignarnos? Pero, sí es lo que efectivamente me pasó...
Para clarificar: Un Sr. me chocó en la calle, y me pide perdón
(Esto en Buenos Aires, de por sí es llamativo, porque no ocurre frecuentemente)
Pero aún más llamativa es mi contestación siguiente: "No hay problema, ya no me puede pasar nada peor hoy"
       
              (Noten lo trágica que me vuelve la lluvia)

Voy bajando de a una las escaleras al subte, y voy escuchando las palabras que fueron dichas a través mío y me pregunto: ¿    quién    habló    ahí   ... ?

Sé que no fui yo, quien hace un minuto nada más, había cruzado Corrientes, de cara al cielo, ya que una vez desecha íntegramente la imagen, una puede dedicarse a disfrutar sin más las gotas de agua sobre la frente,

Salgo de mis cavilaciones a lunares por la respuesta del hombre:
                             "Hay que tener fe".

No le contesto más, pero me queda resonando la pregunta:
                               ¿Fe    en    qué   ?

De ahí en más, las horas siguientes son un entrar y salir de puertas, subir y bajar escaleras, hasta que finalmente, camino a casa, piso los últimos escalones del subterraneo argentino canturreando low rising, que sale hermosamente de mis auriculares, y me hacen sentir la ciudad de otra manera...

Veo las gotas cayendo sobre la ciudad y siento todo diferente...más dulcemente..
Ahí nomás, entre escalón y escalón, me vuelvo a reencontrar conmigo.
Dejo de sentirme hablada y voy con otro paso, como salpicando la vereda yo también, dejándole mis colores...

El más de lo mismo, siempre es diferente cuando uno ve a través de su cristal personal...
A veces supongo que es necesario cambiar o limpiar el lente a través del cual uno mira al mundo,
Pero otras creo que es necesario que se nos empañe, se ensucie, se llene de gotitas y nos cueste una enormidad hacer foco.

En eso creo... Le respondo internamente al Sr. del subte, que en eso creo...

Bailoteo mirando el cielo, sintiendo que

la pluie tombe sur la cité 

Y eso está muy bien...


...Foto por mi...