domingo, 18 de diciembre de 2011

¿...Salto...?

Tal vez me esté escondiendo….
Podría ser
O tal vez sea la luz -que va y que vuelve
y no termina de estar del todo-
la responsable de este intervalo de tiempo
eterno e imperceptible

¿Será que quiero abrir los ojos cuando el cielo se llene de lilanaranja?

El punto de encuentro resulta siempre mi punto de fuga. ¿O es al revés?
Es reconocerme en sensaciones que me acarician, que me llevan y me traen como el mar:
Un aroma que me eleva,
el humo en los ojos que tira de mi, y mucho más allá de mi...
El color rojo de una fruta,
o tal vez un mordisco,
o un ritual salvaje
El sabor del café en mi boca y lo que siempre queda por decir…
Una lengua que debería serme extranjera, pero no lo es.
¿Por qué canela, vainilla, gardenia, París, poesía de contrabajos  y no tanta otra cosa? Hoy… Ayer y mañana, quién sabe…?
Me armo en correspondencia con todo eso tan íntimo, tan éxtimo y tan brutal que a la vez me interroga, me desarma e intranquiliza hasta que algo cede, algo coagula y forma en mi un nuevo dibujo…
Como si aún estuviera jugando con plasticolas de colores en jardín de infantes…
Dibujando. Saltando frenéticamente sobre miles de gajos de mandarinas.
Ahí donde veo los olores, los corporizo…
Donde la luz palidece y el aire se torna denso, caramelo, crayón quemado contra lo anaranjado de una vela
Intuyo que así se ven las cosas -los recuerdos, las escenas- del lado de adentro de la lluvia

Saboreo los colores… La luz tenue de aquel farol oxidado cualquier noche de verano de los 80’... sombras en la pared…
Corro con mi camisón celeste por una llanura inmensamente verde, hasta llegar a un borde y tener que saltar.
Quiero hacerlo, pero me quedo con el aliento interrumpido, con los ojos llenos de lágrimas, aferrada a la comodidad y la seguridad de un más acá. Un más acá que me desgaja, me pegotea…
Sé que saltar no es seguir girando…y aún así juego y bailo siguiendo el ritmo de esas ensoñaciones infantiles de las cuales no me puedo despojar aún …Qué habrá del otro lado del salto…?



Foto por Nicolás Reffray

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