miércoles, 24 de noviembre de 2010

Causas y azares

Tal vez la escritura, el volvernos letra, sea un intento de que algo dure más que una moda de turno...
En un tiempo donde todo se arma, desarma y se celebra que nada perdure, que sólo se trate de la inmediatez del momento, donde las cosas se borran, la memoria desaparece y se intenta que no haya restos....
Allí, unas cuantas palabras vienen a resistir. Palabras que marcan los cuerpos, que detienen el tiempo o nos empujan al salto, que rodean el vacío para hacerlo tanto menos terrible, que dan forma a la nada y nos vuelve soportable lo que de otra manera sería imposible.
Un marco al vacío. Si, eso...

Somos marcados por las marcas
Marcas que se se 
independizan de lo 
que somos, 
de nuestra voluntad 
y se dirigen a otros. Partes nuestras que hacen comunión, que acampan o colonizan partes de los otros;
Retazos de esos Otros en mi.
Siento la falta cada vez que pienso y a la vez pienso para no sentirla.
Y escibo-tal vez- para sostenerme y no irme volando.
Ver a la distancia, extrañar... sentir el extrañamiento ante lo mismo cuando lo que es, deja  de ser y cuando lo que nunca fue gana más y más peso...
Qué vemos al mirar, qué ves en mi, que parte de mi te interpela y hace que te juegues a ser y hacer.
Poder ser luego de duelar que no somos eso que se suponía que fuéramos,
La falta me da vueltas en la cabeza a las dos de la mañana o a las ocho de la noche... un rompecabezas que nunca termino de armar, pero al menos ahora voy reconociendo las piezas y disfruto jugar a intentar darle forma a eso difuso y que sin embargo, aún sin ninguna garantía, me sostiene en este afán de crear jugando, de encontrar más diferencias que repeticiones... y de reírme y llorar por lo mismo.
No hay esa verdad colorida y brillante al final del camino,
Y no hay ese final del camino que haga valer la pena, cuando no lo hicimos antes
Caminante no hay camino...
No hay saber que valga para dar explicaciones,
No hay lecciones ni explicaciones que dar
Será que entonces escribo como un intento de aprender, de aprehender(me) más
Me encuentro, me descubro entre medio de tantas letras, a veces más oculta y otras implicada hasta los tuétanos...
Aprender tiene que ver con mucho más, con muchas otras cosas. Empezando a hablar, a aprender, a hacer con eso que nos causa...


Pensé en mi mamá,
Quien, desde su lado docente nunca me dio respuestas a usar, sino que más bien abrió la posibilidad a preguntarme, y desde toda su locura siempre me causó a ser...

Foto por Nicolás Reffray

1 comentario:

  1. Celebro que sus palabras resistan, Srta. Locaniana, que no se mimeticen con la moda de lo efímero, de lo inconsistente, que se vuelvan marca y sigan colonizándome entero.
    Escribir es siempre una forma de escapatoria a la banalidad del tiempo, es quedarse, no olvidar. Y en esta vorágine de olvido sistematizado, de recorte barato, de propuestas pre-digeridas o, al menos, pre-masticadas, encontrar refugio en las palabras, en el ser hecho letra, es más que un simple consuelo, es esperanza.
    Somos en tanto marcas, marcas que los otros nos dejan, marcas que nosotros legamos a su vez. No sé concretamente qué es lo que vemos al mirar, qué parte de ese otro es la que nos interpela, tampoco sé si importa realmente. Debo decirle -no sin orgullo- que a lo largo de este tiempo de conocernos, sus marcas en mí florecieron de mil maneras distintas, y me empujaron a ser y a hacer. Lo importante es que la marca cumple siempre su función: modifica a la persona. Lo que la persona haga o no después con eso es otro tema (“Cada uno es lo que hace con lo que hicieron de él”).
    Me quedé colgado con "Siento la falta cada vez que pienso y a la vez pienso para no sentirla. Y escribo -tal vez- para sostenerme y no irme volando..." Me parece hermoso, sin dejar de lado que es un muy buen motivo por el cual escribir.

    Yo.

    PD: Siempre es un placer leerla.

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